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7.10.16

Nuestros colores preferidos para escribir


En los primeros años de colegio teníamos pocas opciones: debíamos escribir en el cuaderno con un bolígrafo de tinta azul, y usando el rojo para ocasiones puntuales y muy "singulares". El profesor tenía la licencia de usar un color un tanto especial: el negro, mientras que usaba el rojo para las calificaciones. Las notas (y errores) en controles y exámenes nos llegaban con un veredicto en ese color.

A medida que "escalábamos peldaños" en el ciclo educativo, y ganábamos en altura y edad, las cosas cambiaban. A partir del Ciclo Medio, lo que ahora sería la Secundaria y, antes, el quinto o sexto curso de la EGB, empezábamos a tener una mayor libertad. Podíamos elegir entre usar bolígrafo azul, o negro, e incluso si queríamos (y si éramos lo suficientemente "hombres" para ello, o locos...) podíamos usar el rojo para escribir todo el tiempo. Los profesores también gozaban de cierta libertad, yo tenía uno que siempre corregía los exámenes con bolígrafo de tinta verde, de esta manera sus correcciones eran más sutiles, no te hacía destacar los errores a rojo, sino que al ponértelos en verde era como si señalase recomendaciones hacia dónde debías mejorar. Me parecía una genial idea, aunque era el único que hacía ésto.




Esa libertad para escribir en la tinta de color que te apeteciera daba paso a toda una policromía de variantes. Yo me pasé al verde, un bonito verde oscuro con el cual estuve bastantes meses, hasta que me di cuenta que acumular muchas líneas con él no era buena idea: no era un color con fuerza, y repasar apuntes se volvía una locura.

Entonces mi hermana me regaló un paquete de bolígrafos de Bic con tinta violeta (o lila, si lo preferís así). Era un violeta muy fuerte, y con ese color estuve mucho tiempo. Hace unos años, desterrando papeles, descubrí algunos apuntes de aquella época: el color azul se había vuelto, tras muchos años, difuminado, aunque en la mayoría podía seguir leyéndose más o menos bien. La decepción fue aquel fuerte y denso violeta, de ser un color vigoroso, fácil de leer y enormemente atractivo, se había convertido en un feo rosáceo que palidecía y se volvía muy difuso. Un peligro haber escrito algo que quisiera que permaneciese en el tiempo con él.


Por fortuna enseguida di con el color que me satisfacería definitivamente, y que no abandonaría ya durante mis últimos años de estudio: el negro. El color tan "serio y severo" que inicialmente sólo podía usar "la autoridad", o sea: el profesorado. Era como hacer entender que ese color era de "la edad adulta" mientras que nosotros, simples chavalillos, sólo podíamos usar el azul. El negro difícilmente decepcione. El negro pasa sin problemas el tiempo, aunque se difumine, se sigue notando, y todos mis escritos que conservo de veinte o treinta años atrás con ese color, todavía pueden leerse bien. No puedo decir lo mismo de verdes, violetas, rojos o incluso azules.

Mis guiones, mis novelas, mis poesías y mis cartas eran siempre en negro. Mis algoritmos, mis notas, mis trabajos, eran siempre en negro. De pequeño, en aquellos paquetes donde te venían solo tres colores para los bolígrafos (azul, rojo y negro), siempre me atraía poderosamente el negro. Usarlo era como romper esquemas, entrar en terreno prohibido donde solo podían acceder los adultos. "Muy serio para alguien de tu edad", "muy oscuro", "muy negro"..., te decían. Un manto negro, sí. Mi mayor ilusión era salir del centro comercial con aquellas bolsas de bolígrafos de un solo uso, todos de tinta negra.


Luego, más adelante, incluso se usaban los colores para la distinción de clases. El azul era el "color de los obreros" y el negro el de los patronos, así que no uses el negro. También, obviamente, te podías encontrar con los que te lo aconsejaban para tu tranquilidad: "no uses el negro para firmar, usa el azul y así no te lo podrán fotocopiar", en unos tiempos donde las fotocopias a color eran casi sueños de ciencia-ficción.

Hoy los escolares y estudiantes tienen mucha ventaja. Ya no están relegados al azul, al rojo y al negro y, quizá, al exótico verde (que también había, aunque las papelerías tratasen de "ocultárnoslo"...). Hoy pueden elegir marrones, y así quedarse en medio de unos y otros. En medio de la nada. Pueden elegir diferentes tonos de azul, incluso diferentes tonos de rojo, con rosados por medio. Y pueden elegir por supuesto violetas. Pero el negro sigue siendo insuperable, y su duración y permanencia está por encima no solo de todas las tintas, sino de toda la tecnología actual, incluyendo CDs y diferentes discos ópticos, vinilos, cintas de casettes, memorias flash... Y discos duros. Solo la palabra en piedra (o grabada) supera al negro. En estos tiempos ya no es signo de autoridad, de directivos ni de madurez: es simple y pura supervivencia.








| Redacción: CODE Intermedia | codeintermedia.com