Corría el año 2005 y Telefónica empezaba a ofrecer servicios de ADSL con tecnología Wifi en un mismo paquete. Por aquel entonces en mi casa -como en tantas otras- para conectarse a internet había que armar un poco "la marimorena". Como la roseta del teléfono se encontraba en el salón (junto al teléfono que en su día, cuando esto de internet no era más que una figuración aún, se instaló), y mi módem y mi ordenador en mi habitación, tenía que desenchufar el teléfono y lanzar un cable RJ-11 a través de todo el pasillo, con la consiguiente molestia para el resto de la familia (que no le encontraban mucho el sentido ni a los ordenadores ni a internet) y, encima, la anulación del servicio de telefonía mientras estuviera conectado a internet.
Además de las molestias, el trasiego de tanto cable y de poner y quitar hacía que en la ferretería estuvieran de mí hasta el moño de tanto comprar metros y metros de cable telefónico, y aunque las rosetas las cambiaba yo mismo, los cables de conexión de cobre también estaban habitualmente en las últimas.
Todas esas molestias -y alguna más- hacían que la llegada de Wifi fuera para muchos como un soplo de aire fresco, una tabla de salvación.
Recuerdo que me pasé una tarde entera sopesando los pros y contras, y valorando precios y si podía permitirme la adquisición del recientemente aparecido pack Wifi. No se si fui uno de los primeros en adquirirlo cuando salió, una tecnología por aquel entonces total y radicalmente novedosa en España, pero por fechas seguramente que fui de los primeros en estrenarla en Telefónica. De hecho la mayoría de gente con la que hablaba desconocían buena parte de esa tecnología, e incluso había quien me aconsejaba que eso acabaría desapareciendo, y sin embargo ya veis ahora: es de un estándar de tal magnitud, que hasta se incorpora en smartphones, móviles, y aparatos de lo más diverso, como impresoras.
En aquellos años no era como ahora, que te alquilan el router y luego has de devolverlo si no quieres sufrir una penalización monetaria, sino que -probablemente por la novedad- el router lo comprabas y, junto a él, venía una tarjeta de red para instalar dependiendo de tu modelo de ordenador, y un manual. Como siempre suelo hacer, en lugar de usar lo que Telefónica "te sugería" me busqué la vida por mi cuenta, y compré un receptor Wifi mediante USB que se adecuaba mejor a mis necesidades. Además, así podía "desenchufarme de la red" simplemente tirando del adaptador, en caso de necesaria urgencia.
Como suele pasar con Telefónica su router -chino- era de penosa calidad, y duró muy poco tiempo, tras lo cual compré un USRobotics (de muy mal recuerdo) y, a continuación, un D-link, que sin duda fue la decisión más acertada. Recuerdo que me costó en aquellos años nada menos que 135€, pero la de la tienda me aconsejó que merecería la pena comprarlo porque era una marca que no me fallaría, y en efecto, la calidad del D-link es asombrosa (no tanto su adaptador, que terminó estropeándose).
Hoy las cosas han cambiado mucho. El Wifi está presente en un sinfín de hogares que han podido liberarse de la esclavitud de los cables físicos, e incluso, como decía líneas atrás, -algo impensable hace no demasiado- forma parte de multitud de dispositivos móviles.
Hay que reconocer que Telefónica ayudó muy mucho a su difusión gracias a packs como éste, con ofertas en aquel tiempo bastante atractivas que incluían el router y la conexión ADSL, un router que, repito, era muy diferente a los desastrosos packs que ofrecen ahora, en donde tienes que pagar un precio mensual por su alquiler (un completo absurdo, pero una ventaja para ellos) y que, a la hora de desprenderte de él, has de encima devolverlo o de lo contrario pagar una multa.
Además, en ese pack Telefónica te permitía configurar un gran número de elementos de conectividad a su red de datos, algo que es más tedioso para quien carezca de conocimientos, pero que permite no solo un mayor control y gestión de la conexión, sino poder personalizarla a tu gusto. Ahora, en cambio, la moda de los routers con las configuraciones ya preprogramadas de fábrica (auto-instalables), los "enchufar y listo", impiden que el usuario final pueda conocer los parámetros de su conexión en profundidad. Es más fácil para inexpertos o usuarios esporádicos en informática, pero para nosotros, que queremos saber a dónde y cómo nos conectamos, que nos escondan datos y los encapsulen no nos parece de ningún modo una buena idea.
El primer pack router de Telefónica, como puedes ver por las imágenes, llegaba con un CD de instalación (que tampoco usé, dicho sea de paso), y sus requerimientos mínimos era un ordenador con Windows 98SE y 64 MB de RAM (¡dónde quedarían esas megas hoy día!). Resulta curioso que una de las cosas más útiles no solo no la incluían, sino que ni siquiera la nombran correctamente: un adaptador USB, al que ellos lo llaman "cliente inalámbrico 802.11b o g". Sí, Wifi todavía tendría mucho camino que recorrer por delante, pero sería ya imparable.
| Redacción: CODE Intermedia | codeintermedia.com