Cuando adquirí mis anteriores gafas de sol en el Corte Inglés y a los dos años empezaron a caérsele la goma de sus varillas como si fuera mantequilla, decidí invertir algo más y buscar unas gafas de una marca que me resistieran, durasen y que, además, merecieran la pena. O sea: calidad 100% y durabilidad a prueba de bombas.
Mi único requisito (además de ser duraderas) es que tuvieran unos cristales con un tinte muy sutil, porque si de verano se ocultaba el sol quería poder seguir usándolas por cuestiones de protección UV. Además, que fueran espejadas, porque me encantan las gafas de ese estilo, y envolventes para protegerme del viento en caso de que quisiera usarlas en bici o haciendo algún deporte.
Como veis, los requisitos eran numerosos y el mercado es enormemente variopinto, así que la búsqueda a priori es bastante complicada.
Al final me decidí por el modelo Merlin de Adidas, un modelo que no encontré en ningún sitio en España y que finalmente no me quedó más remedio que pedir a Italia.
Las gafas fueron caras (o para mí lo fueron, vaya), pero he de decir que han amortizado con creces el dinero que pagué por ellas y que fue una de las inversiones mejores hechas de toda mi vida. Ya son casi diez años con ellas y, como veis, están como el primer día, el plástico -de una calidad soberbia-, los cristales y el sistema de pliegue de las patillas -excepcional, realizado con formas preformadas sobre la propia resina sin ningún tipo de añadido extra ni tornillería- sigue con la misma eficiencia que la que tenía cuando las adquirí.
Dos son los factores que hacen a este modelo de Adidas, el Merlin (no confundir con Marlin de Casio, jeje) unas gafas extraordinarias. El primero de ellos es que están hechas íntegramente de dura resina (no de pasta, sino tipo hueso), no tienen nada de goma ni nada de metal (incluso carecen de tornillos), así que no hay pieza que pueda aflojarse, oxidarse o darse de sí (como son los tornillos) ni partes que se degraden, como es la goma. A esto hay que unir que el plástico en el que han sido construidas es resistente a los rayos UV, no envejece -siguen manteniendo esa preciosa semitransparencia que tenían el primer día y que me encanta- y es lavable en su totalidad, además, se lava muy fácil y rápidamente.
Su resistencia está fuera de toda duda no solo por los años que llevo usándolas constantemente, sino que, encima, fueron las gafas que llevaba cuando tuve el accidente y uno de sus lados recibió parte del golpe. Asombrosamente no se dañaron ni se deterioró el sistema de bisagra.
De este modelo de Adidas existen dos variaciones, uno con cristales polarizados (que es el más caro) y el otro con unos cristales sin polarizar. Son esas (y obviamente el precio) las únicas diferencias entre ambos.
Las lentes de las Adidas Merlin son otro de sus puntos fuertes. He tenido gafas con resistente marco de metal, que han durado bastantes años, pero sus cristales acababan siempre desconchados o envejecían en ciertas partes, sobre todo en los extremos. Con las Merlin no ocurre nada de eso, y sus cristales, además de no tener un ápice de síntomas de envejecimiento, están excepcionalmente ensamblados con el armazón, lo que impide que se acumule molesta suciedad (o sudor) entre la montura y el cristal, algo muy valioso tratándose de unas gafas deportivas.
Como suele ser habitual en Adidas, se pueden elegir distintos tintes y colores para los cristales, y yo me decanté por el color rojizo-marronáceo porque, al contrario que los habituales marrones o naranjas, es -junto con los violáceos- con el que mejor me siento. La saturación de las lentes es simplemente sublime. No hay otra palabra para describirlo. Poseen una definición espectacular, incluso con cielos nublados te permiten diferenciar las nubes con los contrastes de altura, grises y la luz desviada de los rayos solares. No he tenido nunca unas gafas con una definición tan magnífica, e incluso marcas de aparente y mejorada visión no la superan.
En días claros la protección es fantástica, y a veces echo de menos no haber elegido la opción polarizada, porque hubiera sido el complemento perfecto por un poco más de inversión.
Eso sí, un consejo: al no tener curvatura las patillas (para dar la posibilidad de poner una cinta de sujección, opcional), es conveniente fijarse bien en la talla que vamos a adquirir, con el fin de evitar que se nos queden flojas.
Tienen razón -y mucha- los que defienden que a la hora de elegir gafas de sol conviene decantarse por una marca de renombre y ahorrar para adquirir unas que sean realmente de calidad. Y es que teniendo en cuenta que las que adquirí en El Corte Inglés me duraron unos dos años, en seis años ya amorticé el coste de estas de Adidas de sobra, por lo que a la larga no han resultado solo más cómodas y de mejor calidad, sino que además comparativamente por su durabilidad han salido más baratas que si hubiera elegido un modelo más asequible. De modo que no solo merece la pena, sino que en comodidad y calidad de visión la diferencia entre unas gafas buenas y unas de las baratas no tiene comparación.
| Redacción: CODE Intermedia | codeintermedia.com
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