La radio posee mucha de la filosofía que tanto nos gusta, de la que tienen y ofrecen artículos como los encendedores Zippo, los relojes Casio (especialmente algunos G-Shock, y Marlin sobre todo) y las navajas Wenger (por desgracia hoy fagocitada por la multinacional Victorinox). Con un precio de adquisición menor que el de cualquier elemento de comunicación electrónico (televisión, smartphone, teléfonos móviles, ordenadores y tablets, etc.), ofrece un servicio impagable y asombroso. Gracias a que carece de display o monitor alguno (exceptuando los receptores digitales), los receptores analógicos pueden permanecer muchas horas en funcionamiento con solo un par de pilas, ofreciendo magazines, boletines informativos y música, además de un sinfín de entretenimiento. Su tamaño compacto los hace además muy fáciles de transportar, siendo uno de los elementos imprescindibles en todo kit de supervivencia que se precie.
Más o menos por el precio de un periódico o revista, podemos hacernos con un par de pilas, manteniéndonos actualizados en lo que a información se refiere con un gasto mínimo, y he ahí otra de sus ventajas: la inmediatez. Nos podemos enterar de las noticias en el momento en que suceden, por ello la radio fue tan preciada en grandes desastres, en épocas de guerra y postguerras.
Fue la radio quien facilitó (y aún facilita con grabaciones en mp3) la primera "piratería" musical, quién no ha hecho aquello de grabar su canción preferida con su reproductor de música, en tiempos en los que adquirir un disco era un privilegio que sólo podíamos permitirnos unas pocas veces al año. Hoy en día incluso podemos ir más allá y grabar y conservar nuestros programas de radio favoritos.
Cuando no tenemos nada, ni siquiera corriente eléctrica o un sitio en donde refugiarnos, es el aparato de radio el único medio que nos conecta fácil, rápida y amigablemente con el exterior. En ciertos países del mundo la radio fue la primera escuela, la primera que ofrecía cultura, conocimientos y también la que posibilitaba que los indígenas se ahorrasen recorrer grandes distancias por caminos inhóspitos para acudir a sus celebraciones religiosas o a las competiciones deportivas. No puedo dejar de recordar, en este sentido, la cantidad de ancianos que pueden celebrar misas gracias a la radio, que se encuentran impedidos, en hospitales o en cárceles, o que simplemente no pueden salir de sus casas por enfermedad. También es la mejor compañera en momentos en los que estamos enfermos y no nos apetece ni siquiera abrir los ojos, y supone todo un alivio para las personas que están solas.
En la actualidad hay muchísima gente que está "redescubriendo" la radio. Por desgracia, en países como España las emisoras están terriblemente mediatizadas por los políticos, y solo quedan unas pocas emisoras "libres" o piratas. Muchas de las cadenas y emisoras locales han desaparecido por falta de apoyos, lo que supone una pérdida enormemente dañina, porque cada vez que desaparece un medio de comunicación, desaparece un poco de la libertad de expresión y de la posibilidad de las gentes de hacer escuchar su voz y valer sus derechos.
Sin embargo, la aparición de medios como Internet y de tecnologías como DAB han hecho posible que se puedan escuchar programas a la carta, seleccionando cada uno lo que queremos y nos apetece oír, y poder lanzar emisores con mayor libertad a un coste menor, simplemente alquilando servicios satelitales. La radio vive una segunda juventud, pero la radio convencional, la radio de receptor clásico analógico, no debería desaparecer, y debería seguir siendo potenciada tanto con medios públicos como privados. Porque el valioso servicio que prestan es impagable, y porque muchas personas, por desgracia, solo disponen de ese medio para estar en contacto con la realidad. Larga vida a la radio, por tanto.
| Redacción: CODE Intermedia | codeintermedia.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario