Como sabéis, podríamos englobar a las tintas de uso general (los recambios clásicos o estándar que se utilizan en los bolígrafos) en dos grandes grupos: las antiguas y conocidas tintas con bases de aceites, y las tintas gel, con base de agua.
Desde los años noventa las tintas gel se han vuelto muy populares, llegando a eclipsar en ocasiones a las tintas tradicionales, e incluso hay fabricantes que ofrecen gamas con ésta única opción.
Y es que las tintas gel poseen muchas virtudes, aunque la principal y a destacar por encima de todas es la facilidad de escritura: el bolígrafo se desliza mucho mejor y la sensación al escribir es muy parecida a la de usar una pluma estilográfica, sin el molesto efecto "de rasgado" o arrastre de las estilográficas.
No obstante, y en lo personal, admito que no soy muy amigo de las tintas en gel. Cierto que se cansa menos si uno escribe durante mucho rato, pero el principal inconveniente de las tintas gel es que, como ocurre con los mismos plumines, tienden a emborronar mucho. Si escribes con trazos grandes las tintas gel te permiten escribir con mayor soltura y agilidad, y en esto tienen una gran ventaja frente a las tradicionales pero si, como es mi caso, tu letra es muy pequeña y encima escribes en cuadernos pequeños (A6 y/o logbooks) las tintas geles se convierten en un problema, porque puedes acabar con renglones ilegibles llenos de "manchones". En una de las imágenes que os adjuntamos podéis apreciar un claro ejemplo de esto: las tintas gel escriben más compacto pero tienden a emborronar. Las tintas con base de aceite son más lentas y "pesadas" al escribir, pero en contrapartida nos permiten ser más detallistas, pudiendo usar letras más pequeñas y una grafía más legible.
Si uno tiene buena letra puede obviar todo eso y decantarse por la tinta gel, que hará su experiencia de escritura más gratificante. Ahora bien, si uno tiene una letra pésima como es mi caso, acostumbrarse a utilizar tinta gel puede ser un peligro porque agudiza aún más la ilegibilidad, colabora a hacer trazos más caóticos, y ensucia más el papel.
Otra diferencia que nos procuran ambas tintas es la forma de agarrar el bolígrafo. Si tendemos a coger el boli con demasiada fuerza, las tintas gel nos ayudarán en la labor de escribir más relajadamente, puesto que nos invitan a hacer menos fuerza en el trazo y sobre el papel.
Precisamente con respecto al papel las diferencias, ciertamente, ya no son tan notorias. Es cierto que las tintas con bases oleosas obligan a presionar mas la punta del bolígrafo y, con ello, son proclives a marcar más el papel, pero aunque las de gel no tengan ese defecto, al ser acuosas tienen más peligros de traspasarlo, por lo que ante un mismo papel de igual calidad nos encontraremos en los dos casos con problemas parecidos. No obstante, personalmente prefiero el marcado que el traspaso de tinta, aunque eso dependerá de cada cual.
Para poner el punto final, y aunque depende de gustos, podríamos decir que ambos tipos de tinta son perfectamente complementarios entre sí. Independientemente de que te guste (como a mí) "sentir los trazos" y pegarlos bien firmes al papel, o deslizarte con suavidad, hay momentos en los que si tenemos que escribir durante mucho tiempo es preferible elegir tinta en gel y, para ocasiones en las que queramos ser más detallistas y realizar párrafos más compactos, la clásica tinta a base de aceite.
| Redacción: CODE Intermedia | codeintermedia.com